lunes, 23 de julio de 2012

Soledad alterna.

Tú que eras solitario y yo una aventurera. Tú que rezabas todas las noches antes de dormir, y yo que sólo miraba las estrellas. Tú, cuyo credo era un libro de poesía; y yo... que no tenía creencia alguna. ¿Cómo fuimos a enamorarnos? ¿Cómo nos encontramos? Quizá era yo "la flor marchita de tus poetas", el pecado en tus oraciones. Y tú... tú el control, tú el fondo de mi cielo, mi credo. Te aseguro que si algún día la vida decide separarnos, allí en mi mochila -bajo los restos vacíos de mil noches- llevaré siempre conmigo a Neruda, y tú... tú ya no estarás solo, tú siempre contarás conmigo... tú ya no serás un solitario.

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