jueves, 26 de julio de 2012

Hay palabras.

     

     Hay palabras que no son dichas y los ojos no gritan, ¿qué hacer con esas palabras? Si son como armas de doble filo que cortan sentimientos, como las tijeras cortan papel. ¿Qué hacer? Si esas oraciones deformes se han atascado en mi garganta y aguardan orden de salida. ¿Qué hacer? Si he convertido las confesiones de amor en esas que le haces a Dios, mucho peores, llenas de vergüenza y rareza.
     Hay frases que digo y no significan nada y allí dentro llevo estampadas otras miles de cosas necesarias para ti, pero sobre todo para mí. No es cortés de mi parte decirle al cuerpo que aguante, acontecidas veces te he tenido sólo para mí y he dicho puerilidades, he jugado al vacío intento de mantenerte atento ante las señales, pero de nuevo recuerdo: Juego al amor, practico el amor, apuesto al amor con un Don Nadie... pero, ¿qué hacer? Si has sido a quien eligió mi silencio y allí, poco a poco, te colaste en mis poemas como un invitado especial, sin aviso previo, sin formalidades.
     Hay palabras de mí, para ti, guindadas en el tendedero, regadas por la sala de mi casa, tras los gabinetes y dentro de ellos, en todas partes, menos en ti; todas ellas escondidas, cada una incapaz, con la vista nublada no hay mucho que decir, con el corazón congelado no hay nada, pero... ¿qué hacer? Si te he visto como agua, fluyendo de un lado a otro, sin parar, sin detención. 
     Hay tantas cosas que tan sólo dejo trazadas en papel y nunca he dicho ni diré, y me frustra verte allí sentado, sonriéndome solamente, entre aburrido y deseoso; y pienso: Estas palabras que no digo y que mis ojos no gritan... ¿cómo te las hago llegar, cómo logro que las padezcas? 
     Hay palabras de palabras...

No hay comentarios:

Publicar un comentario