martes, 24 de julio de 2012

Esta noche soy él.

   La soledad me gusta si viene acompañada de tus recuerdos. El rechazo me recuerda que trato temas de amor con un idiota, y si hablamos de anoche... ¡Ay, Dios mío! Me siento la peor pecadora...
    Es que cada fin de semana descanso toda la tarde, me levanto a las cuatro, me doy un baño, salgo, me seco el cabello: largo y lacio, como creo que te gusta. Luego escojo la ropa, una falda, un pantalón, el escote muy bajo, el cuello alto; de repente mis gustos ya no son míos, sino tuyos, me pongo en tu lugar, intentando descifrar qué te gusta más. A la final, pienso en general: Hombre + mujer con falda= Atracción mortal. Vengo, me pongo la falda, la blusa de negro, poco maquillaje, los ojos delineados de negro, las mejillas rosadas, los zapatos altos, los zarcillos color marrón, me veo en el espejo y me pregunto: ¿Es suficiente para ese hombre tan absurdo? Automáticamente pienso: "Si no lo es... no me importa" ¡Y qué tontería pensar así! Cuando he pasado toda la tarde tomando sus decisiones, pensando como él, intentando comprender su psicología y a la final "no me importa", ¿eso es lo que digo? ¿Acaso mi amor lucha por parecer rebelde? Si es así, ¡qué idiotez! Si cuando llega la noche y me esparzo el perfume por el cuerpo, concentrada en mi cuello y hombros, deteniéndome un poco a mirar mis labios en el espejo y a acariciar mi piel en busca de la suavidad exacta, si cuando hago todo eso, lo hago porque soy él, porque deseo que él vea lo que yo veo, que él piense lo que yo pienso, que él haga lo que yo anticipo de su mirada, y me imagino que, mientras me dice otro "Te quiero", también me lleva a un lugar privado, solos los dos y que susurrante me dice al oído: Estás hermosa esta noche; mientras va buscando mis labios, mientras va en busca de ese lugar inhóspito, ese desierto tan seco, tan sediento, tan anhelante de su visita... él va... va y me besa suavemente. Toca mi cintura y desata un escalofrío. Va ahora a mi cuello y lo besa de la misma manera. Ese idiota besa como me lo imaginaba... ¡y más! Besa despacio, midiendo, acariciando espaldas, brazos, cintura y cuello... mi cuello perfumado. Entonces pienso: "Todo funcionó. Bendita seas tú, mi falda preferida". Bendita sea ella, la psicología de los idiotas.

3 comentarios:

  1. Así que las faldas es la psicología de los idiotas.

    ResponderEliminar
  2. Todo el proceso se reduce a la falda. ¡Se ha develado el misterio!

    ResponderEliminar
  3. Cuidado con las faldas entonces mujer.
    ¡Úsalas con moderación! If you know what i mean...

    ResponderEliminar