sábado, 2 de julio de 2011

Maracaibo.


My city, ma ville, la mia città, minha cidade... la ciudad mía.
De noches calientes, un baño de cálida bienvenida, luces centellantes, caprichos, sitios, miles de historias.
Los hombres son como sombras, siempre hay uno parado en cada esquina, listo para atacar a la primera mujer joven que se le acerque, pero le habla de "tú" y le pregunta: "¿Todo eso es tuyo, mi amor?". Y la mujer sólo lo ignora y sigue su camino. Acostumbro a tratar a las personas según ellas me traten, si me saludan: "Hola, ¿cómo estás?". Yo digo: "Bien, ¿y tú?"... Pero el caso es otro cuando sucede esto: "¿Qué más? ¿Cómo estáis?". Yo digo: "Bien, ¿y vos?"
Cada vez que voy a Maracaibo intento concentrarme en el camino, pero cuando llego al puente, tomo miles de fotografías mentales, me siento enamorada de ese calor, de la muchedumbre caminante, por las olas de mi Lago que van y vienen en una danza de vaivén gobernadas por una sábana fina de centellante brillo, brillo que proviene del sol ardiente, del cielo celeste, del reflejo propio del oleaje, ¡qué oleaje! Me encanta.
Una vez, cuando niña, tuve mi primer gran encuentro romántico con un desconocido en un bus. Yo iba en el carro de mi mamá, con una malla tejida color rojo intenso que me cubría la cabeza, el cabello castaño corto suelto y recuerdo haberme sentido en ese momento como la niña más mimada y consentida del mundo; pues, allí, justo a mi lado, al otro lado de mi ventanilla, en un bus, había un muchacho hermosísimo asomado en la ventanilla de su transporte, era guapísimo, lo recuerdo: Cabello negro, piel bronceada y una sonrisa que... ¡Dios! Me encantó. Entonces yo me había quedado viéndole, con la inocencia de la niña que era y a veces sigo siendo, y el muchacho aquel, tan simpático, tan acalorado, él sabía que era guapo, y me miraba con esa sonrisa perfecta de él, de seguro pensando: "Esa niña tonta y consentida se enamoró mío". Y sí, me había enamorado velozmente, jajaja. Pero yo lo arruiné todo al girarme hacia mi hermana todo entusiasmada para contarle, y cuando regresé... ¿qué me quedó? ¡Nada! Su autobus se había quedado atrás consumido por el interminable tráfico, y creo, hasta hoy en día, que esa ha sido la mejor historia de amor que he tenido, la más creativa, a la cual le escribiría un libro en cualquier momento.
Soy de una ciudad pequeña, casi un pueblo... Ok, un pueblo, como dirían por aquí: "Un monte"; en fin, normalmente no se ven por allí rastas, o fanáticos de anime o rockeros en multitud o bohemios reclamando paz y defendiendo los derechos de los animales. En Maracaibo es más común.
Aquí el asunto del tú y el "vos" es serio. Si acabas de conocer a un muchacho guapo, jamás vas a llamarlo de "vos", eso sería demasiado informal, más como tratar a un amigo o algo así.
Manejar es también un asunto importante en tierra zuliana, tú podrías volverte loco con lo que oyes en las calles: "¡Movéte, desgraciado!", "¡Animal del monte!" "¡Tu madre!". Y es que a mí eso me da risa, cómo se expresan, la manera de hacer reír con palabras fuertes, pero que aquí así resulta tan normal y diario como respirar.
Maracaibo no es fácil, pero a mí me encanta, porque sacamos un chiste de todo, porque tenemos nuestra propia manera de hablar, porque en navidad se escuchan las gaitas y de vez en cuando es oye un: "¡Qué molleja de calor!" que no deja de provocar recuerdos y simpatía. Maracaibo es "la pepa er' queso".
No nos gustan los aguajeros ni los pantalleros, somos originales.
Maracaibo es el Zulia.

3 comentarios:

  1. Con esta reseña como no podría querer visitar Maracaibo.Fenomenal post, Alana. La historia del muchacho del Bus casi casi de Pelicula, Jajaja. La foto: Perfecta.

    -Saludos, Colega.

    ResponderEliminar
  2. Colega, ya decía yo que se había olvidado de mí...
    Claro que sí, una de las cosas que debes hacer antes de morir es atravesar el puente de Maracaibo y comerte un patacón maracucho, jajaja.
    ¿Y mi historia del bus? Estoy segura de que nunca se me olvidará.
    Saludos, Jalfredo.

    ResponderEliminar
  3. El olvido no forma parte del plan. Pero si, si estaba un poco ausente.Mucho trabajo, y poco tiempo de ocio. Aunque usted también no ha pasado más por mi Blog (¡Insensible!). Por cierto, la busque por Facebook pero aun sigo en la larga lista de espera por su confirmación. Bueno, por la foto creí que eras tu.

    -Saludos, Colega.

    P.D: Me debe una salida a comer Patacón y que me cuente el resto de la historia del "muchacho del Bus".

    ResponderEliminar