miércoles, 21 de noviembre de 2012

Palabras van, palabras vienen.


      Es difícil empezar a hablarte cuando tus ojos señalan una inmensidad abrumadora y, aunque quisiera decir tantas cosas, parece que mi cuerpo se halla indispuesto para pautar el tan anhelado y pospuesto inicio.
       Te cuento, aquí en mi interior, palabras van, palabras vienen, pero ninguna queda. No digo que huyan de ti, a lo mejor es mi inexperiencia la que las ahuyenta. Ve tú a saber. Pero es que soy tan quisquillosa cuando se trata de ti, entonces, de manera deliberada, voy desechando las frases, las oraciones, tantas articulaciones, y tú entre pícaro y expectante esperas que yo dé el salto. ¿El salto? Sí, mira, quiero que entiendas eso, ¿sí? Lee con atención: Esto que hemos estado formando, cuando te dejé entrar a mi vida como algo más que un amigo, cuando me confesaste tus intenciones y yo no te alejé -como suelo hacer con otros hombres-, sino que procuré mantenerte atado a mí. Cuando te di entrada a mi casa, cuando estrechaste un saludo con mi padre y besaste la mejilla de mi mamá, todo esto es para mí muestra suficiente de ese remolino en reversa que siento arrasar en mi interior. Es por ello que a veces considero insuficientes mis palabras, no las  tuyas, pero trato de lidiar con ellas por ti, porque me importa.
      Mira, presta atención, aquí dentro de mí: palabras van, palabras vienen, pero es cuestión de tiempo mientras me acostumbro a tu presencia, mientras veo cómo de poquito en poquito tu mirada irá volviéndose necesaria, mientras siento tu mano alojarse en la mía, con cautela, pero sin poder ocultar las ansias.
      ¿Ves? ¿Ahora lo entiendes? A veces siento que tengo tantas cosas que decirte que no sé por dónde empezar, y temo que las dudas extiendan un vacío en tu pecho, que quizá te canses de mis balbuceos, de esa incertidumbre que deposito en ti. ¿Es notable ahora? Contigo, palabras van, palabras vienen, no puedo evitarlo, pero sí puedo esperar que la costumbre me haga hablarte con fluidez, mientras mis secretos transmutan para ser tuyos también. ¿Ya entiendes? 
      El caso es que, aunque no he dicho casi nada y tú has sido el motor que ha impulsado esta relación, debes saber que hay una confusión de sentimientos rondando en mi interior. Diariamente converso con ellos y juntos hemos llegado a la conclusión de que estoy lista, basta de tontos balbuceos, de palabras atascadas en mis labios, basta de todo eso. Hagamos que estas palabras se queden, porque así lo hemos decidido nosotros.

Una dedicación anónima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario