jueves, 1 de noviembre de 2012

Suicidio.

    El problema es que de vez en cuando te pierdo entre la gente y, desde donde te observo con sigilo, el calor consume ideas y frustra planes. Es un suicidio constante buscarte, cuando siempre te he considerado un alma libre. Parece ser importante para mi cama que de vez en cuando tú la visites, tú la llenes.
    Aquí no se trata precisamente de la rutina ni la costumbre, que los lunes llegabas cansado de la universidad y te sumergías en tus cosas sin dejarme paso, no. Aquí no se trata de la comida para dos abandonada en el microondas, no, para nada. Mucho menos este tema va a la par con el de tu ropa ausente, de nuevo te equivocas. Todo este asunto es problemático, afecta mi vida entera. No puedo estudiar. No me dejas ser quien era.
    Pero claro, debía "dejarte ir".
    Aquí en la realidad, la única opción es escribirte. Confrontar a los autores silentes. Tener un tú a tú con la cruda soledad. Quizás esperar. De vez en cuando esperar. Y, mientras tanto, la cama seguirá esperando,  la comida desintegrándose, la casa cayéndose a pedazos; y tú: Tú en tus zapatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario