miércoles, 12 de junio de 2013

Permiso para enamorarnos.



Para Dana, Angelica, Alexandra y mi persona

     De ahora en adelante, ya no somos unas niñas, ayer nos dieron permiso para enamorarnos y, casualmente, hoy estamos lográndolo. Parece que correr por los pasillos dejó de tener sentido, esas pequeñas e inocentes niñas que fuimos, hoy, de repente, se han convertido en cuatro bellas mujeres y parece que todo va tomando sentido, y la vida, nuestros sueños, las metas, los estudios, el trabajo, parece que todo va encaminado.

     Ya no somos unas niñas, aunque a veces queramos seguir siéndolo, aunque a veces duela haber dejado los juegos atrás y extrañemos aquellos días libres de preocupaciones y rutinas, aunque, de vez en cuando, nos miremos mutuamente, dejando atrás las diferencias y caigamos en cuenta de que hemos crecido, y con ello han florecido las inseguridades, algunos complejos de altura o peso, la atención al maquillaje, a la ropa, a los hombres… sí, ayer me di cuenta de que ya no somos unas niñas, que dos de nosotras están comprometidas, que la vida ha pasado rápidamente, que yo he aceptado que amo escribir, que amo construir historias, así como una vez Angelica descubrió su amor hacia el diseño, o como Alexandra vio reflejado alguna vez en su padre su propia pasión, su sueño de usar el casco y las botas de seguridad, o, tal vez, como alguna vez Dana se imaginó haciendo justicia, vistiendo un traje costoso, luciendo un anillo rojo. Sí, me di cuenta ayer de todo esto, porque como que me llegó una idea clara: Tenemos permiso de enamorarnos, aunque en el proceso nuestros padres se opongan o se resistan a la idea de compartir a sus princesas, aunque en el transcurso de ese juego tan nuevo para nosotras, nuestras madres miren al elegido de reojo, buscando alguna cosa, esas que buscan las madres antes de preguntar: “Y, ¿a qué se dedica este muchacho?”.

     Hace tiempo que había querido escribir esto, y no considero una casualidad que la inspiración haya llegado justamente en el Día de la Mujer, y es que creo que todo tiene su explicación, hermanas: de aquí en adelante, seguiremos siendo siempre unas luchadoras, unas mujeres fuertes, de hierro, de plomo, de sueños propios, de complicidades, mujeres del empeño, de la constancia, del amor, de las metas, mujeres sin limitaciones, bravías, calladas, explosivas, inteligentes, seres sensibles pero firmes, seremos por siempre miradas suaves cuando se ama, miradas frías cuando nos lastimen, seremos, hermanas, mujeres de la misma pureza de nuestras madres y abuelas, de allí aprenderemos lo más importante, de allí tomaremos lo necesario y seremos, sin dudarlo, mujeres de sabias decisiones, eternas enamoradas de la vida, quinceañeras, novias, esposas, madres, profesionales, mujeres realizadas.

   Que los hombres que vengan a nuestras vidas sepan apreciar nuestras virtudes y aprendan a tolerar nuestros defectos, sepan, ustedes, quienes sean, que valemos mucho, que hemos esperado tanto tiempo justamente para saber elegir al mejor. Ya no somos unas niñas y podemos elegir, podemos observar, pensar, meditar, sí, podemos escudriñar un poco más; y mucho cuidado, ¡mucho cuidado!, nos gastamos par de padres dispuestos a todo por cuidar siempre a sus princesas.

     Hermanas, ayer nos dieron permiso de enamorarnos, y creo… creo que eso nos convierte en mujeres.


… la primera que se case, no sé cómo carrizo va a hacer, 
pero deberá darme cinco minutos para leer esto en la boda. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario