martes, 30 de agosto de 2016

¿Por qué no puedo estar tranquila estos días?


     Amor, ¿por qué no puedo estar tranquila estos días? Estoy tan cansada. Te busco en cosas que nada tienen que ver contigo y en las que son tan parecidas a ti que asquean desgasto mis recuerdos... estoy tan cansada de pensarte tanto, todo el día, desde el momento en que abro los ojos cada mañana, mientras levanto mi cabeza de la almohada, al colocar mis pies sobre el frío granito, caminando al baño para lavarme la cara, yendo a la cocina para devorar mi desayuno y de regreso a mi habitación para intentar 'despejar' mi mente un momento con la televisión. Te pienso poniéndome el maquillaje, colocando ese perfume que tú sabes en mi cuello y justo bajo el lóbulo de mis oídos, te pienso mientras me pongo mis tacones, tomando las llaves de la mesa, bajando las escaleras y de camino al trabajo: te encuentro en las nubes, o cuando el día está lluvioso, te encuentro en la bruma. Como ves, no es difícil hallarte. 
     Amor, estos días tan nefastos de tu ausencia, te encuentro más vivo que nunca en expedientes, en leyes, en contratos, en firmas, en tinta, sellos y perforadores, te veo en mi escritorio, como queriendo llevarme a tomar algo, te imagino rodeándome con tus brazos, tomándome de la mano con una sonrisa. En cualquier momento, aunque no quiera, me reconozco perdida en ti de nuevo, y no puedo evitarlo. Ayer, por ejemplo, te encontré en una película que vi y casi pude sentir ese frío cálido que nos envolvía aquella vez en el cine, ¿recuerdas?... pero estoy tan cansada, cansada de eso, de encontrarte sin buscarte, de pensarte sin querer, me tomaste y no quieres dejarme, deseo tanto acabar contigo de una vez por todas, pero no estamos dispuestos. Creo que no estamos dispuestos aún a desatar el nudo que nos mantiene queriéndonos como dos tontos.
     Amor, te pienso siempre cuando ataca la tarde, ya sea un lunes cualquiera o un fin de semana: me asaltan tus ojos en el trabajo, en el centro comercial, en el apartamento, en casa, en una salida casual, me atacan tus manos por las noches, mientras me echo crema en el cuerpo, mientras peino mi cabello, quitándome el maquillaje, colocándome la pijama, lanzándome sobre la cama, me dejas mirando el techo sin motivo y en mi cabeza pasan mil cosas: se encienden y apagan universos, inician y acaban guerras, creas y destruyes países con sabor a tus labios, abres y cierras dimensiones desconocidas, haces posible lo imposible... sí, me tienes más cerca de ti de lo que imaginas, pensándote hasta el cansancio cada día, a veces con amor, a veces con rencor. 
     Me tienes así, tan tuya, tan de nadie, de nuevo atravesando este infierno que me tiene tan cansada, tan exhausta de siempre verte en la silueta de cualquier cosa, en la sombra de cualquier objeto, en el sonido de cualquier silencio. Estoy cansada de dibujarte y desdibujarte con mis manos vacías, cansada de hablar de pasiones y sentir tu nombre hundirse en mi pecho, sí, harta de esto de quererte en el descuido, de mis decisiones maduras, cansada de tanta mierda tuya y mía, de repetir tu nombre con mis labios y por accidente, cansada de reproducir esta triste rutina de extrañarte hasta que arden las yemas de mis dedos, estoy tan cansada de todo eso, y, aún así, aún reconociéndote como mi enfermedad, no puedo dejar de preguntarme, ¿por qué no puedo estar tranquila estos días?
¿puedes responder?

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