Y trataré de mantenerte atado a mis lágrimas, como un delirio, reposar en tus pensamientos; con tus suaves alas acariciando mi cuerpo, y sanaré tus heridas, ángel mío. Me acunaré en el vaivén nervioso de tu mirada, seré rehén de tu ausencia, yo haré desistir nuestros malos momentos y le comentaré al cielo nuestros encuentros y te tendré cerca para quererte por siempre, sentirme feliz, odiar tus ausencias y estimar tus carencias. Sobre tu pecho, ángel mío, dejaré reposar la vida mía.
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