sábado, 15 de mayo de 2010

DIARIO 2: Anécdota.

Estoy en la producción de una nueva obra y me encanta la cantidad de ideas que abarrotan mi cabeza, a veces debo anotarlas pues tiendo a ser muy olvidadiza... En fin, lo bueno es que esas ideas llegan a mí y me seducen con seguridad, ellas saben que no soy nada cerrada en ese aspecto, entonces voy y las plasmo en papel y casi las puedo escuchar reír.
Me pasó algo muy chistoso, diría yo que "una anécdota de escritora", suelo escribir todos los días, pero hay ocasiones en que la escuela no me lo permite con tantos deberes y actividades qué hacer; así que un día o dos sin escribir puede ser tolerable, pero ¿tres? Eso para mí es como un suicidio, casi mi mano diestra me habla y me dice: "¡Hey! ¡Escribe algo!"; es decir, lo peor de todo es que este gran "frenazo" no se debe al colegio y sus responsabilidades, sino a que estaba en una parte de mi obra en la que a algunos personajes no les iba muy bien; nunca pensé que me pudiera llegar a tomar este asunto tan seriamente, pero empecé a pensar y daba vueltas y cavilaba a cada minuto reprendiéndome a mí misma en mi fuero interno que luego de haber creado un personaje y haberle adaptado a una pesonalidad única... ¿Tenía que...? ¡Ni siquiera lo puedo escribir!
... Lo bueno y ¡Gracias a Dios! Es que pude entender que era lo correcto, así que continué, y puedo contarles que ya salí de ese capítulo y ahora me concentro en el próximo... ¡Lo superé! De verdad que me sentí más que nunca como una escritora esos tres días de abstinencia. A lo mejor esté exagerando, pero cuando retomé mi cuederno, mi bolígrafo y mi Liquid Paper, éstos tenían telarañas y polvo... así me sentí, imagínenselo... ¡Uff! Gracias a Dios pude superarlo. He dicho punto y final.

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